5 razones por las que las startups deberían ir a aceleradoras

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¿Son las aceleradoras de startups realmente útiles? Hay varias razones que indican que pueden resultar clave en el futuro de una empresa, especialmente para emprendedores sin experiencia.

Podría parecer que estamos en plena burbuja del mundo de las aceleradoras de startups: los programas de aceleración de empresas, especialmente centradas en el mundo tecnológico, aparecen como setas y parece que no es posible llevar una startup al éxito sin pasar por una de estas incubadoras. ¿Es así? Si bien las aceleradoras no son imprescindibles para emprendedores con experiencia y contactos, lo cierto es que los que se inician en el mundo emprendedor pueden obtener bastantes beneficios al unirse a alguno de estos programas. ¿Por qué? Estas son las cinco razones por las que las startups deberían unirse a una aceleradora.

1. Educación. Las aceleradoras de startups son en realidad programas formativos parecidos a universidades de élite: tras un riguroso proceso de selección, entran tan solo unos pocos alumnos que de pronto tienen acceso a una educación muy especializada y personalizada, además de a toda una serie de mentores, profesores y gente con experiencia en el sector en el que se quieren meter. Son escuelas aceleradas de emprendimiento que guían a sus alumnos paso a paso para hacer que sus startups se hagan realidad y tengan todos los ingredientes para llegar al éxito (aunque luego esto no esté garantizado).

2. Feedback. Parece una tontería, pero muchas veces el principal error de una startup está en su idea base. Entrar en una aceleradora implica tener acceso a muchos expertos (y no tan expertos, los compañeros de promoción) que podrán opinar sobre la idea, proponer cambios, nuevos enfoques… Las miradas ajenas llegan siempre desde otro punto de vista, aportando visiones que muchas veces el emprendedor no se ha planteado. El proyecto puede así irse puliendo en la dirección correcta.

3. Oportunidades de financiación. Es uno de los puntos clave que más publicitan las aceleradoras: los alumnos tendrán la oportunidad de presentar su startup ante una red de inversores, consiguiendo en muchos casos aumentar el capital de la empresa. Llegando por libre, sin el amparo que ofrece una aceleradora, es mucho más difícil lograr que un inversor (si el emprendedor todavía no tiene contactos en el mundo empresarial) le dé una oportunidad al emprendedor a presentar su idea de startup.

4. Reputación. Es necesario escoger bien a qué aceleradora intentar unirse: su nombre acompañará a la startup durante sus primeros tiempos, por lo que es siempre mejor que se trate de una aceleradora conocida o con historias de éxito y buena reputación. Si finalmente la startup tiene éxito, puede que se inviertan los papeles: será la aceleradora quien se aproveche del nombre de la startup y no viceversa. Es el caso, por ejemplo, de Dropbox y Airbnb con Y Combinator.

5. Contactos y networking. Es quizá el punto más importante: entrar en una aceleradora significa tener de pronto acceso a una serie de contactos en el mundillo que podrían ser clave en el futuro de la startup y del emprendedor. Los profesores y mentores, expertos, gente que ya tiene a su vez más contactos, inversores… Y tampoco hay que menospreciar el papel del resto de las startups de una aceleradora: ese contacto con otros emprendedores incipientes, si se mantiene en el tiempo, puede llegar a resultar muy práctico e interesante en el futuro.

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