Así funcionan los silenciadores

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La cabeza de la bala sale disparada cuando el fulminante hace que la pólvora del proyectil explote, es ese sonido el que hay que silenciar, la violenta explosión hace que los gases se expandan con rapidez empujando el aire circundante, y produciendo por tanto el “bang” característico.

Ahí entran los silenciadores, que reducen la velocidad, el volúmen y la temperatura de esos gases en expansión. Lo normal es que el silenciador esté contruido con un interior de estructura compleja. Por un lado hay una larga cámara que se acopla al cañón del arma para permitir que los gases tengan un lugar controlado donde expandirse. Además hay una serie de pequeñas cámaras, una especie de “panal” de rejilla que presenta un doble efecto.

Por un lado el gas recorre más distancia y por otro está en contacto con una mayor superficie de metal, lo que hace que el gas vaya cediendo parte de su temperatura y ralentiza su velocidad de expansión. Así el “BANG” puede quedar reducido a un “pop”.

Pero aún tenemos un segundo sonido. Hemos atenuado el de la explosión en el arma, pero nos falta el que produce la bala al romper la barrera del sonido en su trayectoria. Aquí el silenciador ya no tiene nada que hacer. Suele recurrirse a emplear munición de baja velocidad, lo que por supuesto reduce también la distancia a la que el disparo es efectivo.

Lo que no suele tener mucha efectividad es toda esa serie de soluciones caseras que vemos en las películas: almohadones, ropa, una lata de comida… un asesino a sueldo profesional me dijo una vez que el único remedio casero más o menos efectivo sería una lata de comida o refresco o similar rellena de alambre, cables (pelado, claro, sin el aislante de plástico) o estropajo metálico. Necesitas una cámara de expansión (lata) y una gran cantidad de superficie metálica que absorba temperatura del gas (alambre). En cualquier caso, no intentéis esto en casa, chicos. ─Antonio Rentero [i´09]

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