El dinosaurio jorobado de Cuenca, raro, raro, raro

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Lo cierto es que no son comunes estos descubrimientos en nuestro querido terruño. ¡Habrá que darle publicidad! China, Argentina y Estados Unidos llevan la voz cantante en cuanto a dino-hallazgos, pero esta vez nos ha tocado a nosotros: en concreto, a Francisco Ortega, Fernando Escaso y José Luis Sanz, los investigadores del curioso animal.

El bicho en cuestión presenta varias peculiaridades, de las cuales la joroba es la más interesante. No se ha encontrado en ningún otro esqueleto en todo el mundo. En concreto, las dos últimas vértebras antes de llegar a la pelvis sobresalen como formando un pincho.
No se tiene ninguna explicación sobre la función de esta “aleta”, pero las hipótesis más pausibles son que sirviera como elemento de ornamentación para atraer a las hembras, o que presentara algún tipo de ventaja en la locomoción del animal, actuando de contrapeso. Nada apunta a que sea una malformación, rotura o enfermedad de ese animal en concreto: parece ser característica de la especie.

Esto último está relacionado con su siguiente peculiaridad: tiene los pies demasiado pequeños en proporción al resto del cuerpo. Su forma de andar podría haber sido ligeramente distinta.

Además, presenta cierta estructura en algunos huesos que permite emparentarlo con las aves: unos pequeños agujeros de donde brotarían las plumas más grandes. Se ha observado en dinosaurios pequeños cercanos a las aves, pero no en una especie tan anterior.

Y vosotros, ¿para qué creéis que servirían todas estas curiosas características? — Javier G. Pereda [El Mundo]

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