El primer ser humano fotografiado

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Captar una imagen en soporte sólido requiere que la luz excite las sustancias químicas con las que se impregna la placa donde  obtendremos el negativo. En función de la composición de tales sustancias, de la cantidad de luz y del período de tiempo obtendremos algo identificable o un borrón sin cuenta nueva.

En los primeros momentos de la Historia de la Fotografía hacían falta tiempos de exposición muy largos para que la imagen pudiera quedar fijada, por lo que las primeras fotografías solían ser de objetos estáticos o edificios. Louis Daguerre desarrolló una primitiva forma de fotografía a la que humildemente bautizó daguerrotipo. Si se hubiera llamado Martinez quizá no sonase tan bellamente decimonónico.

La cuestión es que una mañana de 1838 hizo uno de estos daguerrotipos tomando como objeto la panorámica que había desde su casa de un bulevar parisino. Diez minutos de exposición y el resultado podéis verlo ahí arriba. La calle parece vacía por que todos los vehículos y viandantes que transitaban el lugar, al estar en movimiento, no permanecían en el mismo sitio el tiempo necesario para que la composición química captase la luz reflejada en sus cuerpos. Excepto la de un sujeto.

Apoyándose sobre una fuente, un viandante permaneció inmóvil el tiempo suficiente como para fijar su figura para siempre y ostentar el honor de ser, hasta que se descubra un caso anterior, el primer ser humano en aparecer en una fotografía. Y todo por pararse unos minutos en una pose tan chulesca, por otra parte. Así pasan algunos a la Historia. ─Antonio Rentero [Hokomburg]