La NASA afirma que una guerra nuclear invertiría el calentamiento global, pero que nada, no merece la pena

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Para este experimento, la NASA simuló una pequeña guerra nuclear regional, equivalente a 100 bombas como la de Hiroshima.

Lo interesante del asunto es que en caso de que ocurriera, se elevarían a la parte alta de la troposfera unos 5 millones de toneladas de carbón negro, produciendo un descenso de la temperatura que técnicamente invertiría el calentamiento global. En concreto, el modelo de la NASA sugiere que tras esta guerra nuclear regional, la temperatura caería globalmente en 1’25 grados centígrados durante 2 o 3 años.

¿No está tan mal, no? Bueno, eso si vemos la única “ventaja”. Porque habría otras consecuencias globales. Según la NASA:
“Nuestros resultados sugieren que el impacto en la agricultura podría ser severo, especialmente en áreas que son susceptibles hasta finales de primavera y durante las primeras heladas de otoño. Ejemplos parecidos a las cosechas perdidas y las hambrunas ocurridas tras la erupción del Monte Tambora en 1815 se experimentarían durante los siguientes años.”

El año siguiente a la erupción de ese volcán se conoció como “el año sin verano” (interesante de leer, baste decir que la falta de avena para caballos pudo inspirar al inventor del velocípedo, antecesor de numerosas formas de locomoción actuales, de forma que sin la erupción de un volcán en 1815 quizá tu moto no sería como la ves actualmente).
¡Y no nos queremos quedar sin verano! De modo que más vale guardar los gadgets nucleares que hacen ¡pum!, porque afectarían a todo el planeta durante años, perderíamos cosechas, se producirían hambrunas generalizadas y vale, se reduciría el calentamiento global, pero no habría tantas bañistas inglesas en Benidorm.

Y por ahí, ¡no pasamos! — Javier G. Pereda [National Geographic]

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