Lo que Silicon Valley de la HBO enseña sobre el Silicon Valley de verdad

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Analizamos la serie de la HBO sobre la cultura de startups tecnológicas en Silicon Valley buscando parecidos con la realidad.

En realidad, si se piensa, era extraño que esta serie no existiese. Una que fuese un paso más allá de los tópicos de siempre sobre el mundo de la tecnología y los informáticos (esos tópicos de The Big Bang Theory), de genios con pantalones hasta las axilas y pocas habilidades sociales. Silicon Valley lleva ya mucho tiempo dominando el mundo, haciendo que los nerds se conviertan en geeks, y que geek sea de pronto algo bueno.

En Silicon Valley es donde están las empresas más cool del mundo, uno de los lugares en los que se mueve más dinero y en los que más startups intentan crecer hasta convertirse en el próximo éxito tecnológico. La HBO vio que había potencial y la semana pasada estrenó “Silicon Valley”, una nueva serie que se ríe de todos esos tópicos (verdades repetidas muchas veces, ya se sabe) y forma de vida del valle tecnológico. ¿Cuáles? Estos son los 6 tópicos sobre Silicon Valley aprendidos en… Silicon Valley.

1. “Los geeks son los vikingos de nuestros días”. Quizá no sea la comparación más acertada (así se lo hacen saber a Richard cuando lo dice emocionado), pero es fácil entender a qué se refieren. Los programadores, los frikis, los científicos, todos esos genios a los que a lo largo de la historia se ha tachado de raros y han sufrido insultos y bromas en el instituto están en su momento de venganza: son ellos los que controlan el mundo y se convierten (o tienen el potencial de) en millonarios.

2. La burbuja es real. Hay varios momentos en el piloto de Silicon Valley que se ríen de esa gran burbuja en la que se pagan millones por “software que quizá algún día sirva para algo”. Además de esa frase pronunciada en una fiesta en la que se celebra la venta de una startup pequeña a una gran compañía (convirtiendo a los cofundadores en millonarios), está ese momento en el que Hooli (parecidos razonables con Google) quiere comprar Pied Piper, el software del protagonista. Mientras él intenta huir con miedo, el CEO de la gran compañía va subiendo su oferta inicial de 300.000 dólares: ¡1 millón! ¡5 millones! ¡10 millones!

3. La burbuja alimenta el hype, el hype alimenta la burbuja. Nadie había oído hablar de Pied Piper, un software que esconde un código de compresión que podría ser muy valioso, pero de pronto el teléfono de Richard no deja de sonar. Todo el mundo quiere su compañía, quizá no tanto por el hecho de que ese código vaya a servir para algo, como por intentar evitar que este pase a la competencia.

4. El dilema de las startups: ¿vender o crecer? Richard finalmente rechaza los 10 millones ofrecidos por Google Hooli y se queda con otra oferta que le parece mejor: 200.000 dólares por el 10% de su startup y la promesa de poder seguir siendo independientes, de poder seguir desarrollando a su bebé como quiera (habrá que ver cómo acaba esto). Pero la decisión no es fácil e incluso el médico que le trata de sus ataques de pánico por la ansiedad generada le habla de otro emprendedor que se intentó suicidar al arrepentirse de su decisión… que el médico no recuerda si fue vender o rechazar.

5. Entre los programadores hay jerarquías. Richard trabaja en Hooli como programador, pero es tímido e introvertido. En Hooli él y sus compañeros que son también así reciben siempre las burlas de los brogrammers un neologismo creado en la cultura startup para referirse a los programadores que son sociables y extravertidos. Si la empresa fuese un instituto, serían los jugadores del equipo de fútbol.

6. Hacer del mundo un lugar mejor. Los discursos vacíos en los que se habla de productos que lo que en realidad quieren es simplemente “hacer del mundo un lugar mejor” están por todas partes en Silicon Valley. Y esos discursos podrían incluso pasar sin llamar la atención de lo mucho que los hemos oído. Pensar en Steve Jobs diciendo que Apple cambia el mundo o en Mark Zuckerberg diciendo que su único objetivo en la vida es “conectar a todo el mundo” es inevitable. ¿Dinero? No, eso es lo de menos.

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