Pagar con tarjeta en una tienda física puede ser tan peligroso como comprar online

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Los ciberdelincuentes instalan un programa malicioso que roba los datos de las tarjetas de crédito que pasan por los terminales TPV de las tiendas.

Uno de los principales reparos existentes a la hora de usar el comercio electrónico es el miedo a introducir el número de tarjeta de crédito en una página web susceptible de sufrir un robos de datos. Pero este mismo riesgo existe en un dispositivo tan cotidiano como los terminales puntos de venta (TPV) presentes en los comercios físicos que permiten el pago con tarjeta. Según asegura el director técnico de PandaLabs, Luis Corrons, pagar en una tienda a través de un TPV “es igual de peligroso que comprar online”.

Los casos de robo de datos de tarjetas de crédito han afectado a tiendas físicas como las estadounidenses Target Corp y Barnes&Noble. La primera ha sufrido este mismo mes el ataque de piratas informáticos que se han hecho con los datos de 40 millones de tarjetas de crédito y débito de clientes que visitaron sus tiendas en la temporada de compras navideñas. Los TPV de la segunda también fueron asaltados en octubre del año pasado.

Esas tarjetas son vendidas en el mercado negro a cibercriminales que las clonan para comprar con ellas o sacar dinero en cajeros de forma fraudulenta. “Este tipo de ataque y robo está en alza en los últimos años y preocupa seriamente a las autoridades”, cuenta Corrons.

La forma más sencilla de realizar estos ataques es mediante la instalación de un programa malicioso que robe los datos de las tarjetas que pasan por los terminales en las tiendas. Es el caso de Barnes & Noble, donde uno de sus dispositivos fue comprometido para obtener la información de la tarjeta y el pin que era introducido por los compradores.

Estos ataques también pueden realizarse desde el interior, “ya que se necesita conocimiento interno de los terminales y redes de las tiendas objetivo”, explican desde PandaLabs. Inicialmente se infecta uno o varios terminales por parte de algún trabajador de la empresa, voluntario o engañado. “Una vez infectado este terminal de compra, el malware se iría propagando por la red de las tiendas”, según Corrons. También existe la posibilidad de que el malware, una vez instalado en la red interna de las tiendas, explote “alguna vulnerabilidad hasta ganar acceso a servidores de información donde se guardan los datos relacionados con las tarjetas o transacciones”.

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