Silla-cama, la mejor amiga del oficinista

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Para no molestar a lo largo de la jornada laboral, los reposapiés permanecen replegados bajo el asiento, pero aguardando el momento de salir a cumplir su papel.

En sólo 30 segundos tu despacho puede pasar de ser un área de trabajo a una de descanso, y una merecida siesta te ayudará a reponer fuerzas y acometer con más brío el resto de tus responsabilidades. Discretamente cuando no lo necesitas pero totalmente funcional cuando tus párpados necesitan cerrarse sobre tus ojos y tu mente evadirse entre sueños. No olvides descolgar el teléfono y cerrar la puerta. Y más vale que no seas de los que ronca porque si no nadie se va a creer que estabas concentrado en terminar el informe trimestral.

Hay que ver qué poco cuesta que una silla nos alegre la tarde. ─Antonio Rentero [Akihabara News]

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