¿Microsoft se quedará sin Bill Gates?

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El magnate anuncia su retirada de la actividad diaria de la compañía que convirtió en un gigante mundial del software.

Si algún nombre del mundo de las tecnologías quedará en el imaginario popular es sin duda el de Bill Gates. Pasando por ser uno de los personajes más admirados y al mismo tiempo más odiados la informática de finales del siglo XX no se entiende sin una figura como la de Gates.

Mientras los más agudos detractores siempre le han acusado de imitar (cuando no copiar) a otras compañías, de generar más problemas que solucionarlos con sus sistemas operativos y hasta de minar la libertad del usuario, los más fervientes seguidores han reconocido su maestría comercial, su perspicacia financiera y, sobre todo, una trayectoria impecable.

Quizá la ambigüedad del personaje se halla en este punto. Sin haber elaborado el mejor producto del mercado, sus acuerdos comerciales le han granjeado un éxito que ninguno de sus competidores ha sabido igualar. El mítico acuerdo con IBM que permitió la expansión de MS-DOS como sistema operativo cuando Apple ya contaba con un sistema de ventanas más avanzado que se imitaría posteriormente. El aspecto de hombre de negocios Bill Gates ha superado con creces el de informático.

Ahora Microsoft (fundada en 1975) es un gigante que no depende de los esfuerzos de un joven avezado, sino que posee un entramado que se extiende por todo el mundo. Por otro lado Gates se inclina por centrarse en llevar su Fundación, Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional de este año, que suma una gran cantidad de contribuciones y que ayuda activamente a combatir el SIDA en la India, de donde provienen multitud de ingenieros de la compañía.

Para bien y para mal, se va un personaje insustituible que ha hecho verter miles de litros de tinta a los periodistas y millones de bits de información a todos.

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