7 rasgos que hacen de los padres y madres buenos emprendedores
¿Hay alguna relación entre tener un hijo y una startup? La educación de un niño obliga a desarrollar ciertas habilidades necesarias para el correcto desarrollo de una empresa.
Tener una startup es como tener un hijo: hay que cuidarlo desde el principio, necesita de toda nuestra atención y cuidados, y su desarrollo futuro depende en buena parte de la actuación de sus padres. Tener experiencia criando a un niño ayuda a desarrollar ciertas capacidades que después serán muy útiles a la hora de tener una startup. Como explican en VentureBeat, a pesar de la idea más extendida de emprendedores muy jóvenes, la mayoría están por encima de los 35. Y esa experiencia en la vida muchas veces trae consigo la experiencia de la paternidad. Estos son los 7 rasgos que hacen de los padres y madres buenos emprendedores:
1. Paciencia. Es sin duda uno de los rasgos clave que se desarrollan (a la fuerza, quizá) cuando se tiene un hijo. Ya no es posible mantener un control tan férreo y ordenado sobre la propia vida, hacer que todo vaya más rápido cuando parece que va lento. Hay que aprender a esperar, algo necesario también en el mundo de las startups. Si bien hay aspectos que tienen que ser rápidos, hay otros detalles en los que simplemente hay que dejar que el tiempo actúe por su cuenta. Un emprendedor sin paciencia querrá acelerar procesos que muchas veces necesitan ser más lentos para llegar a buen puerto.
2. Relaciones. El trabajo en equipo se convierte en algo necesario cuando se tiene un hijo (incluso en el caso de familias monoparentales, será necesario pedir ayuda a familiares o amigos). Aprender a negociar, ceder, y sobre todo trabajar juntos con un fin y un objetivo común en mente, algo que es también básico para el éxito de cualquier startup. ¿No deben los cofundadores y todo el equipo ser capaces de sacar un barco a flote, seguir trabajando juntos, incluso en circunstancias en las que estarán cansados y de mal humor?
3. Perspectiva. Es muy común que los emprendedores conviertan sus startups en el centro de su vida: si va bien, serán felices, pero si no arranca serán desgraciados, como si fuese lo peor que puede pasar. Los emprendedores con hijos tienen otro centro (¡sus hijos!) que les obliga a poner las cosas en perspectiva, a dar a cada aspecto de su vida la importancia que se merece. Que la startup fracase no es el fin del mundo.
4. Moverse en el caos. ¿Organización? ¿Planes que seguir paso a paso? ¿Horarios? Todo esto desaparece cuando se tiene un hijo y el mundo se convierte en una especie de caos. Ser padre requiere aprender a moverse en ese caos y salir adelante. Con las startups pasa lo mismo: las cosas no siempre van como se esperaba (casi nunca), pero hay que saber adaptarse a las nuevas circunstancias y continuar avanzando.
5. Responsabilidad. La vida irresponsable en la que se puede delegar en otras personas desaparece de un plumazo con la maternidad. Sí, se puede pedir consejos a otra gente, pero la responsabilidad última es tuya. Lo mismo le pasa a cualquier emprendedor con su startup: puede asesorarse todo lo que quiera, pero la decisión final (y la responsabilidad que esto conlleva) estará en sus manos.
6. Adaptar las expectativas. Los padres pueden querer que sus hijos tengan determinados gustos, sigan determinada carrera y hagan determinadas cosas, pero el resultado suele ser bastante distinto al esperado. Pero cualquier padre sabe adaptarse a esos cambios y sorpresas y cambiar sus expectativas de lado. Tener una startup requiere lo mismo: capacidad de adaptación a la realidad y flexibilidad para cambiar.
7. Moverse en el cambio. Un hijo es un gran cambio que nunca acaba: todo es siempre nuevo y es necesario saber adaptarse a las circunstancias que aparecen cada día. Meterse en un negocio nuevo implica lo mismo, la necesidad de aprender a moverse en nuevos escenarios que hasta ahora eran desconocidos o que nunca habían interesado. Temas legales, de tecnología, marketing, gestión de empresas…