Apple sin Steve Jobs: más humana, menos mágica

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Un año después del fallecimiento de Steve Jobs, Apple se ha vuelto una compañía aparentemente más humana. Como consecuencia lógica, ha perdido algo de magia por el camino.

Ayer se cumplió un año de la muerte de Steve Jobs, cofundador, visionario y líder indiscutible de Apple, por lo que toca analizar cómo ha cambiado la compañía en estos últimos doce meses bajo la batuta de Tim Cook. ¿Ha sabido el nuevo CEO dirigir a Apple igual de bien que lo hacía Jobs? ¿Ha seguido el mismo camino o ha introducido novedades en su gestión? Cook aprueba en resultados económicos y en comunicación. Pero suspende en el elemento mágico.

A la vista de los números nadie puede reprocharle nada a Tim Cook: en este último año, el valor de Apple ha aumentado un 75%, pasando de 346.000 millones de dólares el día 5 de octubre de 2011 a 619.000 millones esta misma semana y convirtiéndose en la empresa con mayor valor en bolsa en la historia de Estados Unidos. Además, Tim Cook ha cambiado algunas cosas de cara a mejorar la imagen de Apple hacia el mundo.

La primera señal de que había cosas que estaban cambiando en Apple tuvo lugar en febrero de este año, cuando Tim Cook decidió que la firma empezara a dar donativos a organizaciones de caridad (un total de 100 millones de dólares). Esto no había pasado nunca bajo los mandos de Steve Jobs y, dicen muchos, nunca habría llegado a pasar (Jobs decía que era “una pérdida de tiempo”). Otro de los cambios fue el de volver a pagar dividendos por sus acciones, algo que se había dejado de hacer en 1995.

Después, muy importante en el lavado de imagen, está todo el tema de las fábricas de Foxconn. Mientras que Steve Jobs no le había prestado mucha atención al tema, a pesar de todas las informaciones sobre las condiciones inhumanas en las que vivían sus empleados, Tim Cook intentó dar un giro a la situación: encargó a la Fair Labour Organisation auditorías externas a las plantas y empezó a presionar para que las cosas cambiaran. Además, en marzo visitó las fábricas algo que, una vez más, tampoco había ocurrido antes.

Apple es más humana… perdiendo su magia 

Lo que sí parece que se ha perdido con la muerte de Steve Jobs es la capacidad de Apple para sorprender, esa especie de magia y misticismo que rodeaba todo lo que el líder de la compañía tocaba. Pese a ser un experto en la cadena de producción y de proveedores (por eso fue contratado en Apple), Tim Cook no ha sabido mantener bajo control a todos esos agentes externos, los fabricantes de componentes, para que todo siga siendo un secreto.

La pérdida de la magia fue evidente en la última keynote de Apple, en la que se presentó un iPhone 5 del que ya se habían filtrado casi todos los detalles importantes. Pero quizá a esta falta de sorpresa ayude también que en el último año no se haya presentado ningún producto realmente nuevo, algo que signifique lo que significó el primer iPhone o el primer iPad. Será ahí, cuando Apple presente alguna otra novedad real, cuando se podrá medir de nuevo la magia.

Después está el tema de la perfección y la excelencia. Con todo el fiasco de la aplicación de mapas de iOS 6, se ha comentado mucho que Steve Jobs no habría dejado nunca que un producto fuese lanzado en ese estado. No obstante, otros recuerdan el Antennagate del iPhone 4 como un ejemplo claro de que también Steve Jobs se dejaba llevar a veces por la presión de tener que lanzar un nuevo producto y tener que hacerlo ya.

En este caso se ve además otra de las diferencias de fondo entre la Apple de Cook y la de Jobs. A Steve Jobs le costó varias semanas salir a la palestra a hablar del Antennagate con una especie de disculpa, un “no somos perfectos” y una comparativa con lo mal que funcionaban también los smartphones de la competencia, un movimiento que dejó a muchos consumidores fríos o, si cabe, más enfadados.

Tim Cook tardó apenas unos días en pedir un perdón claro por los mapas. Y, en vez de decir que los de la competencia tampoco estaban bien, recomendó utilizarlos mientras los mapas de iOS 6 mejoraban. Apple está ya más en el mundo de los humanos que en el de los magos.

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