Bianchi by Gucci, cuando la pijería roza la más soberana estupidez

Empresas

Las “marcas” suelen ser consuelo de frivolidades y anhelo de aquellos que no saben llenar su vida con otra cosa que mediocridad “exclusiva” marcada por el dinero malgastado por satisfacer su propia vanidad.

Nos venden que son mejores que el resto, porque sí, sin datos técnicos, ni objetivos. Así es su mundo y así nos quieren atontar al resto para que creamos la chorrada absurda de “hay que pagar la marca”.

Estamos en crisis, hay gente arruinada por todos sitios y hace unos días pude comprobar como en las noticias los vendedores de artículos de lujo se “jactaban” de que sus negocios no han parado de crecer ni de tener cada año más beneficios, cuando por el contrario otros miles desaparecen por momentos mientras la llamada clase media va desapareciendo.

Hay que tener una capacidad especial de caradura para coger una bici de casi 10 kilos con cuadro de fibra de carbono, 11 velocidades, frenos de disco y pedales con calas, para luego ponerle un par de logos que dicen “bianchi by gucci” y cobrar 14.000 dólares, que además ni incluyen los gastos de envío urgentes.

Por no darte, ni siquiera te dan un casco a juego que cuesta casi otros 1.000. Lo mejor de todo es que la bici está catalogada como “pequeños accesorios”.

Vale, cada empresa puede hacer lo que quiera ¿pero entonces por qué me molesta tanto? Porque esta gente no aporta nada al mundo salvo la estúpida idea del lujo, concepto banal relativista que se nutre del trabajo de aquellos que tienen menos.

A todo aquel que crea que lo que se paga por estas marcas es el diseño exclusivo y la fabricación a mano por artesanos de la profesión durante décadas, les invito a leer el libro Deluxe: How Luxury Lost Its Luster que muestra como las marcas de lujo en su gran mayoría no son más que una de las expresiones más grandes de la ruindad humana. [Urban Velo]