Desmontando a la generación Z

Cuando aún se nos llena la boca hablando y pensando en cómo los millennials están cambiando la forma de trabajar, socializar y comunicar, ya se empieza a hablar de sus sucesores, la generación Z. Con esta denominación se incluye a todos aquellos nacidos entre el 94 o 95 hasta el 2010. Son nuestros hijos, primos, sobrinos y esos jóvenes que empiezan a salir de las universidades e incorporarse al mercado laboral.

“Las diferencias generacionales antes se producían entre padres e hijos, cada 20 o 25 años, pero eso se va acortando, estrechando. Ahora cada generación nace por algunos estímulos sociales y culturales. Por lo general, las generaciones anteriores siempre te parecen desconocidas”, explica Iñaki Ortega, director de Deusto Business School en Madrid. Esta escuela de negocios, junto a la agencia de comunicación Atrevia, ha llevado a cabo un estudio para determinar los rasgos comunes de estos nuevos valores para el mundo empresarial.

Lo que define a los Z como grupo es que “nunca antes una generación había podido educarse y socializarse por Internet en sus bolsillos”. Eso da acceso a muchas cosas buenas, pero también malas”.

Su personalidad y sus valores están forjados por el caldo de cultivo que envuelve todo desde que tienen uso de razón: Internet. El mundo digital les ha hecho ser como son. En este sentido, parecen contar con una menor capacidad para concentrarse o interesarse por un solo tema, pero en compensación tienen una habilidad extraordinaria para conectar diferentes puntos. También valoran mucho la inmediatez. La Red puede ofrecerles casi lo que quieren en un par de clicks o toques: buscar información, ligar, pedir comida, etc.

“Habría que estudiar con más detenimiento los peligros de esto, como su obsesión por las redes sociales y la validación, el sedentarismo o el aislamiento”, menciona el director de Deusto Business School.

La crisis y la precariedad laboral, genes mutantes

Los Z han crecido en paralelo a la crisis. Esto ha influido bastante en que tengan una mentalidad distinta respecto al dinero y los bienes materiales. “Trabajan no para ganar dinero y tener o poseer, sino para usar, disfrutar de las cosas”, comenta la fundadora y presidenta de Atrevia, Nuria Vilanova. En este sentido, se mueven como peces en el agua en las plataformas de consumo colaborativo para el transporte, el alojamiento o la compraventa de productos.

La crisis ha hecho también que su pensamiento respecto al empleo evolucione. “En lugar de ver la inestabilidad laboral como precariedad la han asociado a algo positivo”, asegura Vilanova. “Lo entienden como conciliación, vivir varias vidas o hacer varias cosas simultáneamente”. Los más jóvenes son protagonistas de la denominada ‘gig economy’. Los trabajos estables, por cuenta ajena y para un solo empleador son cada vez menos frecuentes. Los Z se ven abocados a la temporalidad, hacerse autónomos y tener varios trabajos a la vez.

A los sucesores de los millennials no les inquieta la incertidumbre. No tiene una connotación negativa, simplemente la aceptan. Muchos consideran que la empresa de sus sueños aún no ha nacido, así que les resulta imposible determinar dónde se ven trabajando en el futuro. “Ya no hacen cola por entrar a trabajar en las grandes empresas. Son emprendedores. Saben que la compañía para ellos quizás no haya nacido todavía”, subraya la presidenta de Atrevia.

No obstante, la generación Z se abre camino en las organizaciones tradicionales y éstas deben adaptarse para recibirlos con el fin de que no se produzca una fuga de talentos. Aquellas que quieran retenerlos deberán presentarles retos, abogar por la participación y dejar de lado la jerarquía. Algunas se empiezan a concienciar de ello. “Tienen habilidades y conocimientos que nadie posee. Son los más indicados para ayudar a llevar a cabo la transformación digital de empresas y asociaciones. O para proteger a las compañías del cibercrimen. Nadie mejor que ellos para gestionar esos temas”, señala Ortega.

El secreto: Agitar la salsa

El informe Generación Z: El último salto generacional habla de un esquema SEIS para definir a esta nueva hornada de trabajadores.

– La primera S alude a la Singularidad, al momento tecnológico único que les ha tocado vivir, con la inteligencia artificial entrando en nuestras vidas, la ley de Moore haciéndose realidad y las TIC transformando todos los vertivales.

– La E se refiere a su carácter de Emprendedores precoces, de innovar, de buscarse la vida en varias cosas.

– La I es por su Irreverencia, entendida como una relajación del criterio de autoridad. Gracias a la tecnología son capaces de poner en cuestión y en duda todo lo que ven, lo que les dicen padres o profesores en un segundo.

– La S final indica lo Social. Han nacido con valores que antes no había. Algunos solo conocer a Obama, el primer presidente negro, como presidente de EE.UU. Han crecido con el matrimonio homosexual o con la defensa del medio ambiente como algo normal, ni siquiera se lo cuestionan.

El documento es bastante optimista. Escriben más que ninguna otra generación, aunque sea con su lenguaje y mediante chat. Hacen más deporte, pero de forma social y conectada. Viven en lo global y tienen amigos en todo el mundo, aunque nos les conozcan personalmente. En el campo de la educación son autodidactas y desconfían del sistema educativo tradicional. Esto está haciendo que este se desmorone y se adapte y que surgan muchas opciones de elearning y universidades exclusivamente online.

“Viene una época ‘pil-pil’. Para hacer la salsa, solo se consigue si estás moviéndola continuamente con el ajo, el aceite y el bacalao. Hay que cambiar la educación, la cultura, los valores y las empresas. Todos los negocios se están transformando”, concluye Ortega.

Alberto Payo

Redactor jefe de ITespresso.es. Comunicador audiovisual y periodista digital desde hace más de una década y tecnológico desde hace casi 7 años. Dentro de las TIC, interesado por la movilidad, las startups, los emprendedores y las apps. Fuera de ellas, aficionado al cine, la fotografía, los cómics, los viajes y los monólogos.

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