El hombre que no se dio cuenta de que llevaba un dardo clavado en la sesera
Duro de mollera.
Pocos calificativos pueden describir mejor la actitud del protagonista de uno de los artículos del último número de la revista de Ciencia Forense Internacional. que describe como un hombre con unas copas de más llegó al hospital con un dardo clavado en la cabeza (pero bien clavado, rozándole el lóbulo frontal) tras dirimir unas pequeñas diferencias con un agente de la autoridad.
Lo mejor del caso (por buscar una parte buena) es que la víctima ni se dio cuenta y la única razón por la que apareció por el hospital fue porque le dolía la cabeza. El policía que trató de controlarle le disparó con un TASER, arma de inmovilización mediante una descarga eléctrica que lanza un par de dardos conectados al lanzador por unos cables por los que posteriormente se envía una simpática descarga.
El problema es que a veces los dardos tienen la mala costumbre de ser bastante punzantes, llevar demasiada fuerza y penetrar demasiado hondo en la carne del irreductible alborotador. En este caso tras la descarga inicial el sujeto se recuperó pero a alguien se le pasó comprobar el paradero de los dardos.
Tuvieron que pasar varias horas hasta que aquejado de un dolor de cabeza de origen incomprensible decidió acercarse al hospital más cercano donde los sanitarios que le atendieron no salían de su asombro al comprobar la causa de la migraña. El dardo con forma de arpón había penetrado la parte ósea del cráneo interesando varios milímetros de la capa más exterior del lóbulo frontal, lo que se pudo comprobar mediante escanner.
El milagro es que no se ha llegado a producir daño neurológico alguno ni ninguna complicación médica. Eso es tener suerte. O la cabeza dura. ─[Forensic Science International vía Mind Hacks]