El televisor plano desbanca al tubo catódico y provoca el cierre de Tecnimagen

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La última empresa fabricante de tubo catódico de España anuncia su cierre ante la imposibilidad de continuar con el negocio

La tecnología LCD y su auge en España han contribuido al cierre del último fabricante de televisores de tubo catódico en nuestro país.

Tecnimagen, empresa radicada en Sant Boi de LLobregat (Barcelona), ha anunciado su cierre. La compañía llegó a producir casi un millón de unidades en 2003 y se inició en nuevas tecnologías con aparatos de LCD y DVD.

Comercializaba con marcas de terceros en el canal de distribución lo que suponía un gran ahorro de costes en mercadotecnia y publicidad. Estas condiciones no han sido suficientes para la supervivencia económica y finalmente, Tecnoimagen ha declarado la imposibilidad de continuar con el negocio.

Ante la crisis, desde el pasado mes de enero, los propietarios de Tecnimagen han tratado de vender los activos de la compañía, elaborar un plan de viabilidad centrado en la fabricación y comercialización de productos alternativos y circuitos electrónicos de altas prestaciones. También han intentado conseguir ayudas públicas.

Hoy por hoy, la empresa comunica que no puede afrontar el pago de dos créditos por valor de más de cinco millones de euros, ni sus compromisos económicos con varios proveedores, después de dos ejercicios consecutivos con pérdidas y un descenso paulatino de los pedidos.

El cierre afecta a 139 trabajadores que no sólo se enfrentan al despido sino a la posibilidad de que la empresa no pueda pagarles su indemnización. En ese caso, la compañía entraría en un proceso concursal y la liquidación de la sociedad quedará en manos de unos administradores judiciales.

Tecnimagen nació en octubre de 1994 cuando Philips decidió cerrar su fábrica de televisores de Sant Boi. Entonces, un grupo de directivos se hizo cargo del 100% del capital y reavivó el negocio, que pasó a denominarse Tecnimagen.

Los nuevos responsables negociaron con Philips un plan de choque que comprometía a la multinacional a adquirir parte de la producción por un período de tres años, a ceder su tecnología y patentes, a cambio de lo cual, el nuevo equipo gestor asumiese un porcentaje de la plantilla y garantizase la viabilidad del negocio.