Emprendimiento social: tú emprendes, todos ganamos
Existe un tipo de emprendimiento que auna la rentabilidad económica con la mejora de la sociedad. Es el emprendimiento social, que abarca desde huertos ecológicos a proyectos de integración, pasando por bancos de tiempo.
Habitualmente, la palabra “emprendimiento” se asocia con jóvenes empresarios que dan forma a nuevos proyectos para ganarse la vida siendo sus propios jefes, o para hacerse ricos en el mejor, y menos frecuente, de los casos. Pero también hay un tipo de emprendimiento cuyo objetivo es generar proyectos que, a la vez que producen un beneficio económico, mejoren la sociedad en la que vivimos. Un objetivo con tanta o más importancia que el primero.
Los emprendedores sociales trabajan en organizaciones sin ánimo de lucro que utilizan modelos de negocio para alcanzar su misión, así como en entidades con ánimo de lucro pero cuyo objetivo principal tiene carácter social o medioambiental. En ambos casos, el negocio está subordinado al propósito social, aunque sin perder de vista la viabilidad económica del proyecto.
A diferencia de las empresas tradicionales, las empresas sociales no buscan maximizar el beneficio de las participaciones de sus accionistas, sino generar unos beneficios que les permitan impulsar sus objetivos sociales o medioambientales.
Para Manuel Lencero, cofundador del programa UnLtdSpain, la misión de estos emprendedores es hacer de las empresas organizaciones rentables en lo social y en lo económico, justas, éticas y sostenibles.
Hay varias formas de llevar a cabo un proyecto de emprendimiento social. Una es destinar el beneficio de un negocio a apoyar un objetivo social, como la financiación de una organización sin ánimo de lucro. Otra consiste en dedicarse directamente a solucionar o aliviar un problema social. O cumplir su objetivo social a través de su actividad diaria, empleando a personas excluidas o prestando sus beneficios a microemprendimientos que tienen dificultades para acceder a préstamos de inversores institucionales.
El perfil del emprendedor social es variado. Desde profesionales y autónomos, a pequeñas empresas, pasando por colectivos, organizaciones y ciudadanos en general. A diferencia de otros sectores como las start-ups tecnológicas, es un sector presente tanto en el medio urbano como en el mundo rural. De hecho, buena parte de las iniciativas sociales, como el desarrollo rural, la producción ecológica o la energía sostenible, son una oportunidad para revitalizar la economía en pueblos afectados por el declive del sector primario.
Junto a los objetivos derivados de su actividad, el emprendimiento social es también un ámbito donde se fomentan nuevas formas de entender las relaciones laborales y económicas. Aspectos como la cooperación, la creatividad, la responsabilidad individual y colectiva o la colaboración para crecer y mejorar forman parte de estas iniciativas que aportan valor social, cultural, de innovación y medioambiental, tanto a nivel local como global.
Sobre su futuro, Pedro Bravo, miembro de Espíritu23, es optimista: “Muchas personas se han dado cuenta de que más importante que la inquietud por la rentabilidad económica es la de la rentabilidad social. Queremos un mundo mejor y queremos trabajar para conseguirlo”.