España sigue apostando por el ladrillo y EE.UU. por las start-ups

Innovación en alta mar

No se puede negar la obsesión de los estadounidenses por atraer todo el talento mundial en materia tecnológica. Al margen del proyecto de ley Start-up Act 2.0, hace varios meses que se presentó el proyecto Blueseed, una surrealista iniciativa que tiene como objetivo captar para el país nuevos emprendedores extranjeros, vulnerando las limitaciones impuestas por la restrictiva legislación migratoria estadounidense.

Porque Blueseed no es otra cosa que un gigantesco trasatlántico que funcionaría a modo de incubadora de start-ups, permaneciendo anclado a unas 12 millas náuticas de distancia de Silicon Valley, es decir, en aguas internacionales. Tal y como explicó Max Marty, uno de los cofundadores y CEO del proyecto, en EE.UU. “no hay visa de emprendedor; y eso es un problema terrible”…. que exige soluciones imaginativas, le faltó añadir.

Se desconoce todavía si esta renovada versión del barco de ‘Vacaciones en el mar’ llegará a ver la luz, pero, al parecer, ya hay 250 empresas interesadas en el proyecto. No es de extrañar, ya que Marty y sus socios han tenido en cuenta hasta el último detalle: el buque contaría con piscinas, gimnasio, zona de masajes, campos de fútbol e incluso rocódromo, sin olvidar todo tipo de beneficios sociales que velen por la felicidad de los emprendedores.

Obviamente, no es oro todo lo que reluce. En primer lugar, porque vivir a 12 millas náuticas de Silicon Valley poco o nada tiene que ver con residir en las entrañas de este vivero tecnológico. Bien es cierto que habría ferrys y helicópteros que trasladarían a los creadores de start-ups a tierra firme, pero cada viaje costaría unos 30 dólares. A lo que habría que sumar el precio del alquiler de cada camarote, de 1.600 dólares mensuales por persona, y eso dando por hecho que el emprendedor decidiese vivir solo, porque de llevarse a su familia el precio se multiplicaría…