El espíritu desenfadado de las start-ups de Silicon Valley se contagia a Nueva York

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Los beneficios sociales del valle empiezan a ser un must en la comunidad de empresas emergentes de la Gran Manzana.

No hay fiestas en piscinas, start-ups creadas en garajes o ejecutivos que se intercambian tarjetas en bermudas, pero en la Gran Manzana empiezan a proliferar las empresas emergentes que hacen un parón laboral en la hora feliz, organizan campeonatos de beer pong (un juego de beber que consiste en meter una pelota en un vaso al otro lado de la mesa),  o montan fiestas de disfraces.

El boom tecnológico de Nueva York se está convirtiendo en un nuevo fenómeno cultural que bebe directamente de su rival de la Costa Oeste, Silicon Valley. El relajado ambiente laboral del valle californiano se empieza a imitar en la gran urbe que nunca duerme, así como sus beneficios sociales.

“Hay ciertos atributos de Silicon Valley, rasgos y comportamientos que están siendo adoptados por la comunidad de start-ups de Nueva York”, comenta Sean Carroll, de Polachi, una firma especializada en la búsqueda de ejecutivos para las industrias de capital riesgo, a The Wall Street Journal.

Lo que está ocurriendo recuerda a lo que pasó en Nueva York a finales de los años noventa, en plena era de las punto com, claro que con prácticas menos excéntricas. El objetivo es el mismo que era entonces: “atraer a empleados no tradicionales. Eso va de la mano con un lugar de trabajo que es completamente distinto a lo que puedes ver en JP Morgan o Pfizer”, comenta Carroll.

La presencia de empresas como Google o Facebook en la ciudad ha tenido gran peso en estas dinámicas. Ambos gigantes tecnológicos han trasladado de forma orgánica sus prácticas de sus oficinas de Mountain View o Palo Alto a las de Nueva York. Comida gratis, masajes, ejercicio una vez por semana para todos los empleados, espacios abiertos y coloridos con zonas de juegos y relax…

Con muchas de estas nuevas start-ups radicadas en la zona del Soho, muchos se preguntan si estas prácticas realmente funcionan para que los empleados sean más productivos o son solo una estrategia para compensar sueldos más reducidos y horarios muchos más maratonianos que el de otras grandes empresas.

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