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¿Está Microsoft en plena crisis de los 40?

Es sencillo tener la sensación de que todo en el mundo de la tecnología es joven. Aunque siempre nos sorprenda lo poco que llevan con nosotros cosas que ya parecen haber existido siempre (el iPad cumplió cinco años esta semana, por ejemplo), en el fondo sabíamos que era así. Después están las compañías eternas, las que asociamos con el principio de todo y con el futuro de nada, esas que se quedaron en el gris empresarial de los comienzos y que ahora luchan por ser tan cool como sus jóvenes rivales. Microsoft es el ejemplo que siempre se nos viene a la cabeza.

La firma de Redmond, como el iPad, celebró la semana pasada su aniversario, pero soplando muchísimas más velas: Microsoft tiene ya 40 años y, como si fuese un ser humano, podría estar en plena crisis de la mediana edad. En vez de comprarse una moto o lanzarse en paracaídas ha nombrado a un CEO hipster y abandonado los colores serios y empresariales por unos más vivos y juveniles. Con la mirada siempre puesta en gente como Google o Facebook, han decidido también abrirse un poco más.

La crisis de los 40 en los humanos se ve pocas veces como algo positivo, pero su equivalente tecnológico, al menos en el caso de Microsoft, podría ser bueno. Al fin y al cabo, Apple, que no es mucho más joven (cumplió 39 años hace un par de semanas), ha logrado hacerse paso entre los adolescentes y niños de la tecnología sin que nadie la señale como fuera de lugar. Microsoft llegó tarde a la adaptación porque en un principio no la creía necesaria. La seriedad era lo que atraía a los clientes empresariales. No las tonterías de colores.

¿Cuándo se dio cuenta la firma de Redmond de que había escogido un camino peligroso? El año 2010 fue claramente una llamada de atención: de pronto, pese a haber llenado de Windows casi todos los ordenadores del mundo, se vio que habían perdido un tren. En ese año, Apple le arrebató a Microsoft el puesto de mayor compañía tecnológica del mundo.

Un problema de imagen y de timing

¿Cómo ha hecho Microsoft para llegar a los 40 años de forma algo renqueante, al menos a ojos del público? Si bien sus números no son del todo malos, es cierto que sus acciones, ahora por los 40 dólares, están lejos de las de sus rivales (Google sobre 500 dólares, Apple 125, Facebook 82). Y, aunque van mejor que hace unos años (en 2009 cayeron a 15 dólares), nunca volvieron a tocar el máximo de casi 60 alcanzado en el año 1999.

El problema principal de Microsoft en los últimos años ha sido una combinación de (mal) timing y de imagen. Además, claro, de lo que le pasó también a Nokia en su momento: dormirse un poco en los laureles del éxito y dar por hecho que las revoluciones son lentas y poco dañinas. ¿Qué tenía que temer Microsoft en el año 2000? Nada. No obstante, diez años más tarde lo peor ocurrió: la industria dio un paso hacia delante con los smartphones y después los tablets y Redmond no supo actuar. Mientras tanto, además, Internet tomaba el mundo, con Google ofreciendo de forma gratuita cosas por las que Microsoft siempre había cobrado.

Aunque hay quien recuerda que en realidad Microsoft pensó en hacer tablets mucho antes de que Apple lanzara el iPad, la tecnología de la época no permitía un producto realmente atractivo. Era demasiado pronto. Y de pronto demasiado tarde. Tras unos años de confusión, Redmond lleva un tiempo ya intentando reaccionar y ponerse al día. ¿Demasiado tarde? No parece que Windows Phone vaya a coger a iOS y Android (aunque la unificación en Windows 10 posiblemente ayude mucho), y por mucho que Internet Explorer desaparezca y Hotmail haya cambiado de nombre, cambiar la imagen que se ha ido forjando Microsoft en solo unos meses es difícil.

A favor de esta crisis de los 40 de Microsoft (empezada, hay que admitirlo, allá por los 36), hay que decir que no es de las que se limitan a imitar a los jóvenes. Redmond es de los que llegan a los 40 y se dan cuenta de que ya no son unos veinteañeros y que deben empezar a tomarse la vida en serio. Y si eso significa lanzar móviles de colores, dejar que tu software funcione en otras plataformas, o incluso permitir que todo el mundo se actualice de forma gratuita, que así sea. Que nadie les pueda decir que no lo intentaron.

Ana Bulnes

Periodista fascinada por el mundo, la tecnología, los libros, las series y la música. Puedes seguirme en Twitter, Facebook e Instagram.

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