Estados Unidos se prepara para la ciber-guerra

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Según publica The Washington Post, el presidente de los Estados Unidos ha firmado una directiva secreta en la que ordena al gobierno desarrollar un plan que fijará cuando y como lanzar ciber-ataques contra las redes informáticas del enemigo.

Según esta información, el pentágono está actualmente preparando los planes para establecer todos los pasos necesarios para desarrollar una actuación hostil contra la infraestructura informática de un país enemigo. Se compara esta directiva con la existente para el uso del armamento nuclear, que establece las situaciones en las que puede utilizarse dicho armamento, la selección de objetivos que se consideren legítimos y quien debe autorizar un ataque de este tipo.

Evidentemente no se conocen los detalles concretos del plan norteamericano para la ciber-guerra, ya que constituye un preciado secreto militar. El periódico norteamericano indica que todo el desarrollo se ha realizado internamente por organismos públicos (Pentágono, CIA, FBI y NSA) y que el mes pasado se solicitó por primera vez la opinión de expertos externos, en una reunión celebrada en el MIT. De acuerdo con la noticia, diversos investigadores expresaron sus reservas en participar en este tipo de planes bélicos.

Por lo poco que se conoce, las intenciones del ejército norteamericano pasan por utilizar técnicas de asalto informático para acceder a los sistemas que controlan los aspectos básicos de la infraestructura de un país comunicaciones, transporte, energía y otros servicios básicos. Una vez obtenido el acceso, se utilizarían armas informáticas para destruir estos sistemas.

Evidentemente una acción de este tipo es extremadamente hostil e incumple todas las convenciones internacionales. No está de más recordar que, de acuerdo con la convención de Ginebra de 1864, durante el desarrollo de un conflicto militar los ataques deben limitarse únicamente contra los combatientes y los objetivos militares prohibiendo expresamente las armas que atacan indiscriminadamente tanto a civiles como a militares.

Así, por ejemplo, lanzar un ataque contra una estación generadora de electricidad puede provocar que las defensas militares dejen de funcionar. Pero también hay una gran probabilidad que esto afecte negativamente a la población civil, por ejemplo dejando un hospital sin electricidad.