Flexibilidad responsable

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El conocimiento técnico de los países en vías de desarrollo, al compás de la innovación, podría dar lugar a un entorno más dinámico en el que las condiciones de vida mejoren.

La inmersión de países de cultura milenaria en el mercado global no parece ser motivo de preocupación para los directivos tecnológicos. Parece incluso que la presencia de economías emergentes como la china e india podría hasta impulsar “la inmigración de extranjeros con formación cualificada”. De hecho, una de las multinacionales más reconocidas acaba de inaugurar una estrategia de negocio en el panorama asiático para, evidentemente, obtener beneficio de la especial coyuntura.

Del mismo modo, se afirma que estas naciones caracterizadas por su escaso desarrollo en recursos TI, a excepción del sector móvil chino, serían capaces de aumentar su poder adquisitivo una vez alcancen los estándares europeos. Largo recorrido que les queda aunque nos dejemos llevar por la imaginación.

Lo que sí es cierto es que esta corriente de profesionales especializados va a tener la posibilidad de cambiar de trabajo y de país dependiendo del currículum. La experiencia podría convertirse en, además de enriquecedora a nivel personal, catapulta de un entorno más flexible, donde el intercambio cultural y social daría lugar al raciocinio, esa condición tan indispensable para evitar las guerras actuales.

Además, si es verdad que con un ordenador y un móvil podremos dentro de veinte años cubrir nuestras necesidades más básicas, la perspectiva promete. A ver si, con un poco de suerte, las premoniciones reducen lo de las dos décadas y nos encontramos con mejores condiciones de vida en un par de años. Por pedir que no quede.

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