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La tendencia de explotar el mercado musical digital sigue fuerte. Cada día nuevos servicios se incorporan al ya abundante catálogo.

Microsoft y Nokia han sellado un acuerdo para avanzar en la distribución de música. Recientemente hemos sido testigos de la fundación de varios sitios relacionados con los principales portales de Internet que comercializan música a través de la Red. Bajo diferentes modelos de venta se pueden hallar canciones a la venta en un gran número de sitios Web. La semana pasada éramos testigo de la presentación de un sistema que permite analizar los gustos de los usuarios, para descubrir un “ADN” de la música.

Esta proliferación de sitios que aprovechan el incipiente mercado contrasta sorpresivamente con las constantes advertencias sobre la precariedad de dicho mercado debido a la piratería. No parece coherente que un mercado que pierde dinero a raudales sea una de las puntas de lanza del desarrollo de Internet. Parece ser que las cifras anunciadas y las acciones patronales no concuerdan. Las cuentas no están claras.

Pero alejándonos de las disquisiciones sobre la piratería musical, legal o no, uno de los grandes problemas que padece cualquier sector, y que se hace especialmente patente en Internet y la música, es la falta de datos ciertos.

El condicionamiento mercantil de los datos es más que evidente, especialmente en algunos sectores (como es el musical). La dificultad que entraña auditar las cifras empresariales es innegable, pero las ventajas de poseer un sistema centralizado de contabilidad (en la acepción más amplia de la palabra) sólo tienen repercusiones positivas. Y por encima para quien no tiene nada que ocultar y sí mucho por descubrir. Internet tiene el potencial de la transparencia total. Está en manos de los más cuestionados el que este sistema de transparencia sea una realidad.

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