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Knights of the Temple

A primera vista, Knights of the Temple no ofrece un apartado gráfico demasiado brillante, de hecho, las primeras imágenes que veremos tienen un aspecto bastante pobre en cuanto a diseño de escenarios y personajes. Resulta curioso que la puesta en escena de un juego sea de menor calidad técnica que el juego en sí. Son incontables las ocasiones que un jugador se ha visto embelesado por una introducción soberbia, que no hacía más que esconder a un juego mediocre con más promesas que hechos. Con Knights of the Temple ocurre justo lo contrario. Los videos que nos muestran la historia de Paul (así se llama el protagonista) están realizados con el propio motor del juego, pero por alguna razón tienen un aspecto muy pobre, ensalzado por la escasa nitidez que los acompaña.

La verdadera cara de este apartado la veremos al comenzar a jugar, sobre todo cuando comiencen las primeras peleas. Aunque sin grandes alardes tecnológicos, los gráficos están realizados más que correctamente, mostrándonos de forma relativamente convincente localizaciones típicas de la edad media y alguna que otra sorpresa. Quizá llamen mucho más la atención los enemigos y el propio personaje que los niveles, y es que hasta que no avancemos bastante en el juego, la mayor parte de los escenarios resultan bastante sosos y repetitivos. Aún así, dada la trepidante acción que está presente durante casi todo el juego, apenas tendremos momentos de descanso para ver donde nos encontramos.

Movimientos gratificantes

Donde realmente se hace patente la calidad técnica es en las animaciones que ilustran las peleas. Es bastante gratificante ver cómo se mueve nuestro cruzado cuando está rodeado por varios enemigos, y ataca a los diferentes flancos, produciendo movimientos dignos de cualquier coreografía bélica de la pantalla grande. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y el motor gráfico adolece de algunas deficiencias que a día de hoy resultan un poco chocantes. Casi daña a la vista ver como las colisiones entre algunos objetos no se registran y se montan unos encima de otros, siendo el caso más común el del enemigo, muerto en el suelo, con mitad cuerpo absorbido por la pared. La apariencia del agua es, siendo muy positivos, mediocre, dando un aspecto entre gelatina grumosa y mercurio en ebullición. El diseño de las armas, sin apenas diferencias entre los distintos modelos, no es tampoco demasiado brillante, algo que, tratándose de un juego de acción, puede resultar decepcionante. Lo bueno de estos errores es que minimizan los requisitos técnicos para jugar con detalle máximo a una tasa de frames correcta.

Knights of the Temple sigue la antigua tradición de los juegos de pelea callejera que inició Kung-fu master y popularizó Double Dragon, pero acercándose más a su vertiente medieval que fue Golden Axe. La mecánica es muy sencilla y reiterativa, avanzar por un escenario completamente lineal y acabar con todos los grupos de demonios que nos salgan al paso. Para ello, contaremos con gran cantidad de armas divididas en cuatro grupos: espadas, hachas, mazas y arcos. A medida que avancemos obtendremos combos, series de ataques consecutivos que se realizan alternando los dos botones de ataque, ataques especiales, que son golpes con funciones muy específicas (como neutralizar el bloqueo de un enemigo o aturdirle) y poderes divinos, que van desde un hechizo de cura hasta una ráfaga de bolas de fuego.

Los primeros momentos da la sensación de ser excesivamente sencillo, ya que no conocemos ningún ataque especial y todo se reduce a pulsar repetidamente los botones de ataque hasta que los enemigos caigan al suelo. Y lo cierto es que, incluso cuando empecemos a conocer combos y ataques especiales, parecen tan complicados de realizar en mitad de la tensión de una pelea, que muy probablemente los ignoraremos tras los primeros intentos. Quizá los ataques especiales y la magia de cura sí que sean útiles, pero el resto de combos parecen una simple excusa para mover la espada de forma extraña. Si estos ataques se hubiesen planteado como alternativas poderosas de los ataques normales, hubiesen tenido una mayor trascendencia, pero su efectividad es la misma que la de pulsar repetidamente y sin pensar los botones de ataque.

Dificultad en ascenso

La dificultad va en ascenso con unos enemigos cada vez más poderosos e inteligentes, en la medida que bloquearan nuestros golpes o se esperarán a que bajemos la guardia para atacarnos. Esto hace que la aparente simplicidad que transmite en un principio se disuelva con unos combates cada vez más elaborados y complejos. Sin embargo, dada la inutilidad de muchos de los ataques y magias, puede llegar a resultar aburrido, ya que durante toda la partida nos limitaremos a bloquear ataques y golpear en el momento justo. Y aquí es donde Knights of the Temple pierde gran parte del interés del jugador. No hay verdaderos alicientes para continuar matando demonios. De vez en cuando encontraremos puertas cerradas, pero encontrar las llaves es un juego de niños (casi siempre la tiene algún enemigo cercano). También hay algún intento de puzzle, pero son tan simples que su presencia se podía haber evitado.

Mentiría si dijese que la jugabilidad de Knights of the Temple es mala, de hecho, es un juego muy intuitivo y que se deja jugar con facilidad. Pero es precisamente eso lo que le pierde. Su sencillez es abrumadora, y acaba por resultar monótono. Comprendo que se haya querido transmitir el espíritu de los beat-em up de antaño, pero si se quería actualizar el género, era necesario aportar algo más de complejidad y no sólo unos gráficos bonitos (que tampoco lo son tanto).

Antes de pasar al siguiente apartado, comentar dos detalles que han enturbiado aún más mi apreciación final. Muchos enemigos se quedarán quietos, esperando a que nos acerquemos para empezar a atacarnos, si en ese momento tenemos la feliz idea de utilizar el arco, el demonio en cuestión se quedará como si nada, esperando a que le rematemos. No termino de entender cómo un fallo tan evidente no se ha corregido.

La otra pega es que los dos joysticks que he intentado configurar para jugar parecen ser incompatibles. Tratándose de un juego de un claro talante consolero se juega muchísimo mejor con un mando que con el teclado, por lo que debería haberse dado un mayor soporte a este tipo de controlador. Los mandos probados fueron un Wingman rumblepad de Logitech y un Thrustmaster Firestorm.

El argumento es interesante pero no muy complejo. Encarnarás a Paul, un joven caballero templario que desde muy joven entró en la famosa orden ejecutora de la iglesia. Guiarás su viaje, o como dice el propio título del juego cruzada infernal, en busca de Addelle, una joven bendecida con poderes divinos que ha sido raptada por un obispo poseído por fuerzas infernales cuyo único interés es abrir las puertas del infierno para conquistar el mundo. No hay ninguna sorpresa argumental, a excepción, quizá, del final, deliberadamente realizado para la aparición de una más que probable segunda parte. No es un apartado que destaque, pero es un argumento que ayuda a mejorar la ambientación.

Sonido, sin duda el mejor apartado del juego

No solo está completamente traducido y doblado al castellano, sino que además está realizado de forma soberbia. El trabajo realizado por el doblador del protagonista es digno de alabanza, interpretando perfectamente todas y cada una de las líneas de diálogo, con la entonación correcta para cada situación.

Los enemigos nos amenazarán cuando nos vean (si es que son humanos), y Paul nos deleitará con comentarios cada vez que recojamos cualquier objeto. Cierto es que podría haberse utilizado otro comentario cuando recogemos alguna llave, ya que resulta un tanto ridículo que aparezca un mensaje informándonos exactamente de lo que acabamos de recoger y Paul se limite a decir, sea el objeto que sea (con la excepción de las armas) Mmm, ¿qué será esto? o alguna frase semejante.

La música es también de muy buena calidad, encajando perfectamente con todas las situaciones y aportando una mayor dosis de inmersión en lo que estamos haciendo en ese momento (que casi siempre es luchar).

El enfrentamiento final con el obispo es un claro ejemplo de cómo una música acertada, junto a un apartado sonoro impecable, pueden hacer que algo tan trivial en un videojuego como es enfrentarse a un jefe sea algo apoteósico.

En conclusión, Knights of the Templeintenta renovar el género del beat-em up, pero con unos resultados no demasiado favorables. Un apartado técnico que no sorprende, unido a una jugabilidad demasiado simple, hacen de este juego un buen intento que podría haber sido mucho más.

En fin, que aún siendo agradable para la vista, no es de lo mejor que se puede ver hoy por hoy en el mercado.

ZERO

Redacción

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