La clave está en el tamaño

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A la hora de imprimir una fotografía, como es lógico, debemos hacerlo a la mayor resolución posible para obtener la mejor calidad.

Sin embargo, cuando hacemos una captura, lo hacemos a una resolución en píxeles, 1.600 x 1.200 píxeles por ejemplo, y al imprimirla debemos hacerlo en puntos por pulgada, 200 ppp, por ejemplo. Si la captura en origen no tiene la calidad suficiente, no tiene sentido que imprimamos a una resolución muy alta ya que no mejoraremos el resultado final, probablemente lo empeoraremos, y gastemos una cantidad de importante de tinta de forma innecesaria.

Para obtener el mejor resultado en función de la resolución de la captura, en píxeles, existe una relación entre la resolución de captura, la de impresión y el tamaño de la misma. Por ejemplo, si vamos a imprimir una imagen capturada a una resolución de 1.600 x 1.200 píxeles a una resolución de 200 ppp, dividimos las dos cifras de la resolución de captura entre la de impresión.

De esta forma obtendremos las cifras 8×6 pulgadas, que es tamaño máximo al que podremos imprimir la imagen a la máxima calidad sin desperdiciar tinta. Si la captura está realizada a 3.072 x 2.048 a 300 ppp, el tamaño máximo sin desperdiciar tinta sería de 10,24 x 6,82 pulgadas, algo más pequeño que tamaño A4.

Fernando Reinlein