La ESA desarrolla un software para detectar basura espacial

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El programa, conocido como DRAMA, está diseñado para evaluar el riesgo de sufrir un impacto catastrófico de cualquier misión en particular.

La Agencia Espacial Europea (ESA) ha desarrollado un software, que ha bautizado como DRAMA (Debris Risk Assessment and Mitigation Analysis), para evaluar el riesgo de que un fragmento de basura espacial impacte con una nave o un satélite, según informa la organización en su página Web.

No obstante, la ESA subraya que a pesar de contar con esa herramienta, es “difícil” que la situación de la basura espacial mejore si no se realizan esfuerzos “concretos y sistemáticos” para prevenir el riesgo de impactos. En este sentido, sugiere que los operadores de las naves espaciales deberían evitar la fragmentación deliberada o involuntaria de los aparatos, así como las colisiones o estallidos voluntarios o accidentales, “ya que son la mayor fuente de desechos imposibles de rastrear” y, por lo tanto, “los más peligrosos”.

Entre los restos más pequeños de basura, recuerda la agencia europea, hay desde partículas de polvo microscópicas, relativamente inocuas, hasta objetos de un diámetro aproximado de 1 centímetro. Los objetos de esas dimensiones presentan cierto riesgo, aunque los blindajes protectores tienen suficiente resistencia como para anular su efecto.

Los objetos cuyo tamaño oscila entre 1 y 10 centímetros son los de verdad “preocupantes”, según la ESA, porque son demasiado pequeños y numerosos para rastrearlos de manera individual. Se ha calculado que un satélite con una superficie transversal de 100 metros cuadrados (incluidos los paneles solares) que orbita a 400 kilómetros de altitud, recibiría un impacto con un objeto de 10 centímetros cada 15.000 años. Pero el problema, precisan, es que si se toma en cuenta la superficie de todos los satélites en órbita, los alcances se producen cada 10 años y un impacto con un solo resto de 10 centímetros puede acabar con una nave espacial.

En 1993, recuerda la ESA, la primera misión de mantenimiento encontró un orificio de más de 1 centímetro de diámetro en una antena de alta ganancia montada en el telescopio espacial Hubble. En julio de 1996, el Cerise, un satélite de reconocimiento militar francés, recibió el impacto de un fragmento catalogado de la fase superior de un Ariane con la consecuencia de que una sección de 4,2 metros del mástil de estabilización por gradiente de gravedad quedó destruida.