Estos compuestos se almacenan de forma segura y estable, pero reaccionan rápida y eficazmente en las condiciones propicias, aportando mucha energía rápidamente y de forma controlada.
De hecho se utilizan, entre otras cosas, para la propulsión aeroespacial, aunque no es que vayas a ir haciendo “rocketjumps” con esto, sino que permitiría el movimiento del músculo artificial en pequeñas reacciones de manera controlada.
Sus creadores aseguran que resulta más eficiente que los sistemas eléctricos, además de más ligero y pequeño, combinándolo con sistemas pasivos como muelles o materiales elásticos.
Eso sí, el problema es que esta tecnología también tiene sus fallos, como el calor y la expulsión de gases, que dificultan el comienzo de las pruebas clínicas. De todas maneras se mantienen optimistas y pensando que sus primeras prótesis estarían disponibles en el mercado para el 2016. [Medgadget]
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