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La UE no quiere quedarse atrás en la digitalización de libros

La UE no quiere perder el tren de la digitalización de libros, un tema muy discutido durante las últimas semanas debido a la polémica con el acuerdo de Google Books en EEUU.

Chalie McCreevy y Vivivan Reding han puesto en marcha una comunicación sobre los derechos de autor en la economía del conocimiento, para afrontar los retos culturales y jurídicos que plantea la digitalización de libros.

“Tenemos que impulsar Europa en tanto que centro de creatividad e innovación. No podemos dejar que languidezca el rico patrimonio de las bibliotecas europeas: hay que hacerlo accesible a nuestros ciudadanos”, ha manifestado el Comisario responsable de Mercado Interior, McCreevy.

Reding, por su parte, ha dicho que Europa debe aprovechar los esfuerzos de digitalización para ponerse a la cabeza, garantizando que “la digitalización de libro se lleve a cabo sobre la base de la legislación europea sobre derechos de autor y respetando íntegramente su diversidad cultural”.

“Si actuamos con prontitud, las soluciones procompetitivas europeas en materia de digitalización de libros podrían estar operativas antes que las que actualmente se contemplan en el marco de Acuerdo de Google Books en Estados Unidos”, ha añadido.

La Comisión va a empezar un diálogo con las partes interesadas para buscar soluciones a la comercialización de obras respetando los derechos de autor, tanto a las obras agotadas como a las obras huérfanas, es decir, aquellas cuyos propietarios no se pueden identificar o localizar.

El Acuerdo de Google en EEUU, en Europa

Las audiencias informativas celebradas recientemente por la Comisión sobre el Acuerdo de Google Books han subrayado la situación “anómala” que se produciría si se aprobarse el Acuerdo en EEUU. En este caso, la enorme cantidad de obras europeas que se encuentran en las bibliotecas estadounidenses y han sido digitalizadas por Google solo estarían al alcance de los consumidores e investigadores en Estados Unidos, pero no en la propia Europa.

Como han enfatizado Reading y McCreevy, garantizar que los europeos tengan acceso a su propio patrimonio cultural y que los autores perciban una justa remuneración es una preocupación inmediata que exige una respuesta por parte de la UE.

Álvaro Torralbo

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