Muere el Walkman, ¿larga vida al iPod?

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El 1 de Julio de 1979 (ya parezco un tedioso libro de historia…) llegó a Japón el Sony Walkman. Al principio no se vendió mucho, unas 3.000 unidades en el primer mes, a pesar de anunciarse como un reproductor estéreo portátil.
Pero Sony siguió erre que erre, orientándolo al público joven, consiguiendo multiplicar por 10 sus ventas en agosto. A principios de los 80, era algo que, si no tenías, probablemente no te gustara la música. La cinta de casete, incluso, le dio la primera pequeña puñalada a los (aún más míticos si cabe) vinilos.

En estos 31 años, Sony consiguió vender más de 200 millones de Walkmans. Es impresionante, si uno lo piensa, que cuando nos hablen de “música para llevar” ya jamás se nos pase por la cabeza uno de estos, cuando dominaron el mercado durante tantísimo tiempo. El culpable (en el buen sentido) no es otro que el iPod, naturalmente. Desde 2001 se ha estado mejorando. Al igual que el dispositivo de Sony, no tuvo tanto éxito al principio, pero se perfeccionó en todos los sentidos, tanto en su cada vez menor tamaño como en sus características. Hoy día, es casi imposible plantearse que tu reproductor de música portátil, si es actual, sólo reproduzca música (con la excepción de los iPod shuffle o cualquier reproductor mp3 similar).

Para hacer honor a la verdad, el principio de la decadencia del Walkman y de sus cintas de casete lo marcó el Discman, también de Sony, aparecido a mediados de los 80. Esas míticas frases que posteriormente escuchamos cuando pasamos de las cintas de vídeo al DVD también se oyeron en la aparición del Discman: “Un CD no pierde calidad con el número de reproducciones”. Probablemente marcó la entrada del gran público (y no sólo de los aún poco llamados “geeks”) en el uso de lo digital, incluso despertando la curiosidad sobre ese extraño sistema de unos y ceros en que estaban grabados los CDs.
El tema de qué tiene más o menos calidad de sonido (recién estrenada la cinta o vinilo) siempre ha sido objeto de debate entre los usuarios, aportando unos y otros distintos razonamientos pero sin quedar del todo claro.
En cualquier caso, un CD seguía siendo un CD y reproducirlo de manera portátil siempre era más engorroso. Un Walkman seguía cabiendo en un bolsillo (bueno, con algo de esfuerzo según el Walkman… y el bolsillo).

Curiosamente, los últimos coletazos (de éxito) de la palabra Walkman se han visto en los móviles Sony Ericsson Walkman, en el año 2006, además de en algunas ediciones especiales por su 30 aniversario, en 2009.

En cualquier caso, con la integración en los móviles de la reproducción de audio y vídeo, la música para llevar está perdiendo su significado único, al menos, como moda. Si atendemos a la evolución lógica que puedan tener dispositivos como el iPod, el camino futuro de la música portátil parece dividirse claramente en dos: uno, en los dispositivos mayores, junto a otras muchas funciones (estilo iPod Touch o teléfonos móviles modernos). Amplían las posibilidades al sincronizarse con servicios como iTunes o Spotify, ofrecer conectividad, además de poder reproducir vídeo, que se podría decir que es la “nueva moda”, junto a los apps, widgets o como quieran llamarse a sus inútiles aplicaciones. Primero fue el sonido portátil y ahora la imagen e información portátiles.
El segundo camino (estilo iPod shuffle) es el de “sólo música”, con dispositivos cada vez más enanos: no me extrañaría que, en los años venideros, los reproductores de mp3 tuvieran su hardware directamente implementado en los auriculares, debido a su continua miniaturización. No estaría mal, ¿no? Sin cables, casi invisibles.

Irónicamente, Sony terminó su producción de Walkmans el pasado 22 de octubre, mientras que fue al día siguiente, el 23, cuando el iPod cumplió los 9 años. Pero, ¿será igual de larga su vida? ¿Qué será lo próximo? — Javier G. Pereda [IT Media]

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