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RoadKill

Seamos sinceros: RoadKill no encaja en absoluto con el espíritu

navideño, pero da en la diana a la hora de conseguir lo que uno quiere

de un videojuego. No es original, no es técnicamente brillante, pero

apunta a un público que quiere diversión a lo bestia. ¿Cómo lo

consiguen? Básicamente, tomando elementos de juegos anteriormente

publicados y que han resultado de eficacia probada. Uno de ellos es el

últimamente omnipresente Grand Theft Auto (al menos en

inspiración), y el otro es un clásico que sonará más a los jugones con

cierto tiempo de juego a sus espaldas: Twisted Metal.

Como un Mad Max pero sin restricciones de gasolina… ni pólvora

El juego se desarrolla en tres grandes escenarios con un ambiente

post-apocalíptico donde las bandas controlan las calles bla, bla, bla.

No es muy original, pero un ambiente así es el perfecto si lo que

queremos es conducir un vehículo modificado, blindado y potentemente

armado para realizar diferentes misiones que se nos irán presentando.

¿Qué de paso podemos sembrar un poco de muerte y destrucción así por

deporte? Sin problemas: esos paseitos entre – o durante – misiones nos

permitirán descubrir partes con las que podremos mejorar nuestra máquina

de destrucción masiva (o no tanto, no sea que vengan nuestros marines e

invadan nuestra consola). Esas misiones nos darán dinero para conseguir

también ese fin, además de una reputación que nos hará más o menos

complicada la circulación según los pandilleros que se crucen en nuestro

camino.

Gráficamente el juego es simplemente correcto. No es que

tenga grandes destellos de calidad, pero cumple bien su función y apoya

muy bien los efectos de destrucción sobre vehículos (dispondremos de un

arsenal bastante impresionante para cumplir esta tarea), transeúntes e

instalaciones variadas. El sonido es bueno, con una música muy acorde a

la ambientación y unos comentarios de fondo que ofenderían al más rudo

pirata (siempre que hablase inglés, ya que el juego no está traducido

sino con subtítulos).

La jugabilidad es el punto fuerte,

siempre y cuando podamos abstraernos de un modelo de conducción

mínimamente realista. Con esto nos referimos a que nos parezcan bien

cosas como que, por ejemplo, podamos cambiar la trayectoria del coche o

frenar en pleno vuelo. Esto puede resultar un poco extraño al principio,

pero encaja perfectamente en la filosofía general del juego, ya que todo

parece estar diseñado para conseguir una diversión sin complicaciones y

lo más absorbente posible.

En resumidas cuentas: los que

hayan disfrutado de GTA, Twisted Metal o incluso Carmagedon

, tienen en RoadKill un buen blanco para sus objetivos de juego

para estas Navidades. Diversión sin complicaciones y con toques de

brutalidad para liberar un poco de estrés.

Julio Canto

Redacción

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