Ropa inteligente: ¿son las smart clothes los próximos smartphones?

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La presentación en abril de las gafas de Google y el interés de firmas como Apple en este tipo de tecnologías abren un futuro prometedor para la “wearable technology”.

Los obstáculos: el miedo al Gran Hermano

¿Son las smart clothes todo lo que prometen ser? ¿Llegarán realmente a ser tan omnipresentes y normales? El hecho de que dos compañías como Google y Apple se hayan lanzado a la piscina podría significar que realmente no hay vuelta atrás, pero para que estos dispositivos tengan éxito tendrán que empezar por lograr superar la barrera de reticencias que puede nacer entre los usuarios.

No se trata tanto de la wearable technology de uso médico o incluso la más práctica (como los relojes) o simplemente entretenida (las camisetas), sino la que propone cambiar por completo la forma en la que los humanos interactúan con el mundo. Es decir: los proyectos tipo las gafas de Google, a pesar de todos los esfuerzos para no ser intrusivos e intentar hacer la adaptación natural, podrían quedarse en nada si a los usuarios les parecen incómodas.

Después están las voces que ya han empezado a surgir que advierten acerca de los peligros que este tipo de tecnologías podrían tener para la privacidad de los ciudadanos. En primer lugar, aseguran que se trata de un gran paso hacia el mundo del Gran Hermano. Si bien cada vez está más aceptado sacar fotografías o realizar vídeos de actividades públicas gracias a los smartphones, el cambio a las gafas podría suponer un paso demasiado grande al hacer las grabaciones menos evidentes.

Pero más allá de la violación de la privacidad de las personas que rodean al usuario de las gafas, está el tema de su propia privacidad, con datos que se almacenarán en nubes a las que llegarán a través de redes no seguras, según indica Theo Ahadome, analista en IMS Research.

Además, existe también el simple obstáculo de la tecnología: está siempre presente el riesgo de que, a partir de un hype como el que se está creando ahora a partir de las Google Glasses, lleguen al mercado productos “inacabados”, lo que acabaría provocando el rechazo del usuario. Así, el propio Sergey Brin apuntaba hace unos meses cuál es su mayor reto con las gafas de Google. Coincide con el de los smartphones: la batería, que en este caso tiene que ser diminuta.

¿Logrará la wearable technology superar todos los obstáculos y ser abrazada por los usuarios? ¿O todo quedará en anécdota hasta dentro de unos años?

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