Startups aceleradas, un año después ¿qué ha cambiado?

El proceso de aceleración y los beneficios

Candidaturas presentadas, proyectos seleccionados y comienza el proceso de aceleración. ¿En qué consiste? ¿Cómo es? ¿Qué fue lo mejor? Rocío González resume bromeando con la intensidad del programa, asegurando que fue “una pesadilla”; y en general todos coinciden en que para entrar es necesario tener claro que va a haber que trabajar mucho. “Fue un período muy intenso, con un nivel de trabajo diario muy alto y una exposición a críticas de todo tipo, también muy elevado”, explica Silvia Varela.

En general las impresiones finales son positivas. “Todos los días aprendíamos un sinfín de cosas nuevas y las aplicábamos a nuestro proyecto”, continúa Silvia Varela, añadiendo que el suyo al menos fue un programa “muy práctico”. Kike Álvarez comenta que, “como toda iniciación, el proceso de aprendizaje siempre es una experiencia que te enriquece”.

Entre los puntos positivos, Silvia Varela destaca a “la gente que te permite conocer”, tanto el resto de startups (“trabajar codo con codo con otras personas que también están emprendiendo, que tienen tus mismas dudas y preocupaciones”), como los mentores. Kike Álvarez también apunta que lo mejor fue su “conexión con los mentores y la idea de formar parte de un ecosistema de innovación y talento”.

Rocío González, mientras tanto, tuvo una experiencia algo distinta al haber entrado en un programa para startups en fases más tempranas que la suya, pero aun así valora el haber ganado “ciertas habilidades como la elaboración de un pitch” y que la pusieran en contacto con inversores.

Pero las aceleradoras no solo tienen una parte positiva y todos coinciden en que siempre hay cosas que mejorar (en algunos casos muchas). Además, cada programa es un mundo y cada emprendedor diferente, por lo que ni vale cualquier aceleradora, ni todas las startups necesitan pasar por una.