El auge del streaming musical no consigue acabar con la piratería

Los servicios de streaming musical están en buen momento. Poniendo como ejemplo el caso de Spotify, los datos de suscripciones reflejan el crecimiento en los últimos cinco años. De contar con 3 millones de usuarios de pago en los 12 países que estaban presentes en 2012, Spotify sumaba en marzo 50 millones de suscriptores y está extendido en 60 territorios. Y eso que, según recientes datos de usuarios únicos mensuales, es la tercera plataforma de este tipo, tras Apple Music y Pandora.

Más allá de las cifras, los movimientos de las compañías hacen prever un futuro próximo en el que las cuentas de pago gocen de determinados beneficios, con lo que buscan hacer crecer la base de usuarios que deciden desembolsar dinero por estos servicios. Volviendo a Spotify, su reciente acuerdo con Universal Music es buena muestra de ello: los miembros premium podrán escuchar en exclusiva durante dos semanas los nuevos álbumes de sus artistas.

Sería lógico pensar que, con el aumento de usuarios de este tipo de plataformas y las nuevas medidas enfocadas a potenciarlas, la piratería iniciaría la senda del descenso. Sin embargo, esto no ha sido así. Al menos según los datos de Statista.

El portal de analítica e investigaciones de mercado ha recopilado los datos de más de 12.000 usuarios de internet de 13 países distinto para establecer en qué porcentaje se accede principalmente a contenidos musicales a través de vías ilegales. El resultado es que un 35% del total emplea algún mecanismo de piratería. Los más empleados son la grabación de streaming, el llamado stream ripping, que emplean el 30%, y la descarga, que usa algo menos del 20% de encuestados.

Al diferenciar por edades, se comprueba que la franja en la que más se escucha música por vías ilegales es la de los 16 a 24 años, lo que podría justificarse al ser, generalmente, la de menor poder adquisitivo. El 55% a los que se preguntó en ese rango reconocía emplear algún método ilícito para acceder a estos contenidos. Los porcentajes se van reduciendo a medida que aumenta la edad.

La reticencia de estos usuarios a escuchar música por vías legales puede suponer una ralentización del cambio del modelo de escucha, en un momento en que la industria musical recibe la mitad de sus ingresos, al menos en Estados Unidos, por la vía del streaming.

María Ramos

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