Tu orina puede salvar el mundo [Veredicto: tu agüita amarilla se convierte en oro… pues eso, amarillo]

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En el mundo hay más de siete mil millones de habitantes que aproximadamente producen al día unos diez mil millones de litros de orina (entre todos, se entiende). Además está los animalicos, que también pruducen una cantidad importante. Y todo ese líquido que termina marchándose por el desague podría aprovecharse energéticamente.

Actualmente se están llevando a cabo proyectos encaminados a concretar la forma en que podría aprovecharse este abundantísimo recurso. En primer lugar hay que destacar que la eficiencia energética de la orina es bastante baja, hace falta un gran cantidad del líquido para generar una magnitud importante, pero claro, es un recurso tan abundante e inagotable que su disponibilidad compensaría con creces esta circunstancia.

Además un punto a favor de la recolección de orina para obtener energía de ella es que no se mezclaría con el agua que al tirar de la cisterna se la lleva a la planta depuradora de agua, con lo que se ahorraría agua y además la energía del tratamiento de dichas aguas residuales, algo que en USA supone el 1,5% de la energía consumida en todo el país.

Una de las fuentes de energía en el futuro cercano, el hidrógeno, es complicado de obtener de los fósiles, caro del agua y en cualquier caso de almacenamiento complejo. Una posibilidad que se está valorando es la de obtenerlo a partir de la orina en lugar de usar el agua, abundante pero cada vez menos.

Tan solo un 2% de la orina corresponde a la urea, molécula compuesta por cuatro átomos de hidrógeno. Una cantidad significativamente menor que la que contiene el agua pero también menos costosa de separar. A partir de electródos de niquel de bajo coste se ha conseguido, mediante electrolisis, generar hidrogeno empleando un tercio de la energía necesaria para obtenerlo del agua.

Así las cosas existen cálculos que permiten fijar el precio de obtener hidrógeno en menos de 1 $ por kilo o generar 2 kilowatios con la orina obtenida en un edificio de oficinas donde trabajen entre 200 y 300 personas.

Las investigaciones siguen adelante, pero quien sabe cuánto tiempo pasará hasta que tengamos que ir guardando toda la orina en un bote para entregársela a alguien que a cambio nos dé unas pilas o directamente negociamos con la compañía eléctrica. ─Antonio Rentero [New Scientist]

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