Control electrónico

Movilidad

La privacidad de las comunicaciones se sitúa en el punto de mira cuando los servicios TI se introducen de lleno en nuestro entorno más inmediato.

La diplomacia electrónica que todos empleamos de cuando en cuando a la hora de manejar el correo va a verse más que perjudicada con los últimos ingenios. Los servicios TI que ya facilitan información precisa sobre cómo y a qué hora hemos abierto los mail que recibimos no sólo van a influir en nuestras relaciones de empresa, complejas en más de alguna ocasión, sino en nuestro entorno más inmediato.

Las nuevas técnicas del todo clandestinas guardan similitudes próximas al control absoluto de nuestro hacer laboral y, por si fuera poco, logran obtener datos confidenciales a partir de medidas diseñadas al más puro estilo de los agentes de la antigua KGB soviética.

Nada que añadir sobre el respeto a la privacidad y seguridad de los datos, asignatura ahora precisamente ubicada en el filo de la navaja para perjuicio de los que tanto apostaron por ella, y sobre la duda más que incierta sobre qué derroteros emplearán los spammers y demás agresores del sistema online con este tobogán de lanzamiento.

La vigilancia encubierta que implica este nuevo orden de recibos y correos electrónicos daña la imagen corporativa de cualquier tipo de empresa, al tiempo que menoscaba el espacio íntimo al que todos tenemos derecho incluso en la interrelación más feliz.

Los beneficios de estos avances tecnológicos son plenamente exiguos y, al contrario de lo que en un primer momento puedan parecer, posibilitan la entrada y desarrollo de variantes que hasta ahora luchábamos por erradicar. La seguridad de las comunicaciones merece un trato diferente y, desde luego, se ha estrellado con este último arrebato de espionaje.

Esperemos que se tomen las decisiones pertinentes y que, en el peor de los casos, no tengamos que recurrir al móvil para explicar el origen y el porqué de todas nuestras acciones. Aunque se trate de la última relación del verano.

Lea también :