¿Es hora de decirle adiós al puerto USB?

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Esta semana Intel anunció que su Thunderbolt 3 estará libre de licencia a partir del año pasado. ¿Es el final de un estándar que tiene ya 20 años?

Es casi un milagro que en pleno 2017 sigamos utilizando el puerto USB clásico, el USB Tipo-A. Al fin y al cabo, el omnipresente puerto tiene ya 20 años, un tiempo que en el mundo de la tecnología equivale a varias eras geológicas. Hace 20 años los DVD eran una novedad todavía poco extendida, la guerra entre navegadores se libraba entre Internet Explorer y Netscape Navigator, triunfaban los Tamagotchi y se creía que los mini-discs eran una tecnología con futuro. El USB 1.0 apareció en 1996 y fue un fracaso. Pero su siguiente versión, la 1.1, se extendió rápidamente. Y, sí, se ha actualizado desde entonces (las velocidades de entonces no tendrían sentido hoy), pero el puerto es el mismo.

Nadie habría podido imaginar en el momento que ese puerto se iba a convertir en un estándar tan longevo, pero lo cierto es que tuvo pocos rivales que llegasen a suponer una amenaza. Y, como pasa con todo lo que se convierte en casi universal, cambiar a algo distinto es complicado. En el caso de algo como un puerto, supone una transición con adaptadores, nuevos cables y la lenta sustitución de los gadgets de puerto antiguo por los de puerto nuevo. Y eso es precisamente lo que veremos en los próximos años, porque el USB Tipo-A tiene los días contados.

El que acaba de postularse como sustituto definitivo es Thunderbolt 3, el protocolo de Intel que funciona con el puerto USB Tipo-C (es decir, tiene el mismo diseño, son los puertos más pequeños y reversibles, Thunderbolt 3 es la tecnología, las capacidades de lo que se transmite a través del USB Tipo-C). ¿Por qué ha llegado para comerse al viejo y querido Tipo-A? Sencillo: esta semana Intel, su desarrollador y propietario, hizo dos anuncios importantes: uno, que a partir de ahora todos sus procesadores incluirán soporte Thunderbolt 3; y dos, el más importante, que a partir del año que viene se liberará la licencia de Thunderbolt 3. Es decir, cualquier fabricante podrá incluir el protocolo en sus productos sin tener que pagar a Intel.

La decisión marca un cambio de perspectiva en Intel y un objetivo claro: convertir a Thunderbolt 3 en el nuevo USB Tipo-A, en el puerto omnipresente y estándar en todos los productos tecnológicos. No obstante, el camino hasta aquí no fue sencillo.

La difícil vida de Thunderbolt

El proceso que nos llevó al anuncio de esta semana y al pronóstico de éxito empezó en 2009, cuando Intel presentó su nuevo protocolo Light Peak en su conferencia de desarrolladores. Poco después le cambiaron el nombre a Thunderbolt y, siempre de la mano de Apple, que era su mayor partner y el ecosistema que antes adoptó la tecnología, continuaron su difícil camino. Fue poco a poco evolucionando, hubo versiones más rápidas, etc., pero, fuera del mundo Apple, Thunderbolt no estaba en ningún sitio.

La razón principal, como explican en PCWorld, es que la tecnología seguía teniendo una licencia que había que pagar para usarlo, y muchos fabricantes creían que si adoptaban Thunderbolt Intel acabaría por subir el precio. En Intel, claro, decían que lo de la licencia era para que su adopción fuese más rápida y para evitar las lentitudes de cuando una tecnología pasa a estar en manos de un comité. Además, el propio USB iba ya por su versión 3.1 y era bastante más rápido de lo que era en un principio. Más lento que Thunderbolt, sí, pero suficiente. La llegada del USB Tipo-C, además, garantizaba su continuidad en tablets y teléfonos.

En 2015 Intel tomó la decisión, ya con Thunderbolt 3, que le dio la vuelta a las cosas: adoptaron USB Tipo-C para el protocolo. La tecnología empezó a ser más frecuente en ordenadores y dispositivos móviles, pero todavía parecía relegada a los de gama superior. Al fin y al cabo, había que pagar por el chip Thunderbolt 3. Ahora que eso ya no será necesario, la extensión de Thunderbolt 3 es solo cuestión de tiempo.

Habrá que pasar por una etapa de adaptadores, por supuesto. Pero en pocos años rescataremos un cable USB Tipo-A del fondo del cajón y nos daremos cuenta de que ya no nos sirve para nada.

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