Startups aceleradas, un año después ¿qué ha cambiado?

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Las startups entran en programas de aceleración, los completan, se gradúan y salen. Pero ¿qué es de ellas una vez que están sueltas en el mundo?

Muchos ya hablan de burbuja: las aceleradoras y programas de incubación de startups, especialmente para proyectos tecnológicos, aparecen como setas en todas partes, y si bien algunos son realmente beneficiosos para las empresas, hay otros que que posiblemente acaben por tener que cerrar. Pero ¿qué opinan las startups? ¿cómo ayudan realmente este tipo de programas a lanzar una empresa?

Porque si bien hay cientos de aceleradoras de startups, hay proyectos de empresa para todas y es muy raro que las plazas no se cubran. Los mejores proyectos conseguirán entrar en las aceleradoras de más prestigio; los que queden fuera buscarán otras opciones menos conocidas que prometan también ese acceso a conocimiento, a consejos, a financiación y a inversores. Ese truco mágico que acelerará todo el proceso de convertirse en una empresa.

No obstante, es muy raro oir hablar de qué pasa con todas esas startups una vez que se gradúan. Se cierra una promoción, empieza otra. La anterior es lanzada al mundo para empezar a volar sola y a poner en práctica todo lo aprendido durante el programa. Llegan ecos de las startups que tienen un éxito atronador y sí, se comenta su paso previo por una aceleradora. Pero ¿qué pasa con el resto?

La mayoría continúan pasito a pasito su camino hacia la madurez, su camino hacia una mayoría de edad en el que las cosas vayan ya un poco por sí solas. De la aceleradora, de ese curso intensivo en el arte de la empresa, quedan sobre todo los contactos adquiridos y las habilidades que el programa ha obligado al emprendedor a desarrollar. Conocimientos específicos no tantos, pero en general todos coinciden en que vale la pena.

Algunos piensan en repetir con otro programa cuando estén en otra fase de desarrollo, otros creen que lo mejor es continuar el camino de forma independiente. Casi todos creen que el programa que escogieron tenía todavía mucho margen para mejorar, y algunos se culpan por no haber escogido la aceleradora que realmente necesitaban. Un año después de sus graduaciones, miran atrás y recuerdan por qué entraron y valoran si fue una buena decisión.

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